Mira que si la tesis doctoral de don Pedro Sánchez fuera un bluf. ¿La pudo escribir un “negro” en el sentido del personaje Isidro Maltrana en la novela “La horda” de Blasco Ibáñez? De ser así, porque no hay forma de acceder a ella, estaríamos hablando de un montaje propagandístico, del falseamiento de los derechos de autor. De existir esa tesis, o de revelar su mediocridad por el uso y abuso del “cortapega”, o de demostrarse la impostura del doctorando, podría implicar la apropiación de su autoría y afectar al derecho moral a la paternidad de la obra. De ahí a la reducción personal a la subcategoría histórica de pícaro y al subtipo delincuencial regulado en el artículo 270.1 del Código Penal, cuestión de tiempo y de procedimientos. Todo ello porque habría hecho suya la “expresión formal de ideas ajenas”.
Es posible, incluso, que don Pedro pretenda privarnos de conocer su “novela de tesis”, entendida como búsqueda urgente de transmitirnos su verdadera ideología, acaso de ultraderecha, tal vez de elogio erasmista del trato de favor, a lo peor de defensa a ultranza del privilegio del enchufe. O, tal vez, de hurtarnos el derecho a saber cuál han sido su hipótesis de partida, qué autores ha citado, si ha referenciado como se debe y un largo etcétera. ¿Puede ser tan torpe o creerse tan impune que, a pesar del artículo 14 del Real Decreto 99/2011, en vigor desde el 10 de febrero de 2012, una vez aprobada su tesis doctoral, no se haya preocupado de que la universidad haya remitido un ejemplar, en formato electrónico, al Ministerio de Educación y este organismo recoja la misma en el TESEO?
Menos mal que Albert ha formulado la pregunta del millón. Una vez más ha demostrado a Casado que el parlamentar requiere sabiduría y coraje. La dimisión de la ministra Montón era el canal adecuado para que el señor Sánchez evidenciara que, tras su máscara de titiritero de la política, se escondía todo un soberano creador de escenarios opacos. Su tesis doctoral es, en cualquier caso, triste, melancólica, sombría, oscura y, a tenor de las sospechas, tenebrosa.
A propósito del TESEO, Pedro Sánchez igual se cree hijo de Egeo y no el Minotauro. Por alucinarse, hasta que el pueblo español le otorgó mayoría absoluta en las urnas. Lo peor de todo es que se ha metido en el laberinto de la leyenda negra contra España y no cuenta con el ovillo de hilo de oro que le regaló su enamorada Ariadna para salir del mismo. El hombre debiera desempolvar su insulto (“indecente”) a Rajoy a fin de que perciba cuán amarga es la ofensa injustamente perpetrada contra el adversario. A mí me da que el indecoroso es Pedro y no Mariano. Veremos cómo se administra esto y quién se lleva a Sánchez al destierro gubernamental. Del que nunca debería volver.