(Firma: Federico Soubrier) El aluvión de información diaria que nos suministran sobre el coronavirus trae a mi memoria aquella obra de Albert Camus, La Peste, que me vi obligado a leer en mi adolescencia para realizar un trabajo de estudios.
Aunque aquello trataba sobre la solidaridad humana y la prohibición de las libertades individuales debido al aislamiento de una población a partir de un brote de peste, siendo una metáfora sobre las dictaduras (curiosamente estábamos sumido en una por entonces, menuda osadía la del profesor) y la ocupación nazi, no para de venir a mi memoria con cada nueva noticia que aparece.
Resulta ejemplar el tratamiento que han dado a la enfermedad tanto el gobierno chino como los habitantes del país.
Desde el punto de vista sociológico, teniendo en cuenta que nos lo presentan como poco más que una gripe (que se transmite con mucha más facilidad) con el distintivo de que produce una mortalidad sobre el 2% cebándose en los mayores de setenta años, cabría destacar que China tiene una cultura milenaria, basada en la moralidad de Confucio que incide en la piedad filial, que en la actualidad incluso pena con cinco años de cárcel a quien se niegue a cuidar a los ancianos del entorno familiar.
Como contrapunto a la disciplina oriental en cuanto a cuarentenas, aislamientos o cualquier tipo de conducta, aquí contemplo la dificultad de mantener a la gente en sus viviendas sin que se escapen a tomar un carajillo en el bar de la esquina o en busca de algún escarceo amoroso entre novios, diste lo que diste el lugar de encuentro.
Por otro lado, no tenemos más que ver el ridículo interés que despierta en nuestros políticos y, por qué no decirlo, en gran parte de la población, el devenir de las míseras vidas de muchos de nuestros ancianos.
En cuanto al contagio no puedo evitar pensar en el problema del trigo y el tablero de ajedrez, aquél en el que se coloca un grano en la primera casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera y así sucesivamente hasta llegar a la sesenta y cuatro, miedo da el resultado exponencial de veinte dígitos.
¿Qué pasará cuando el virus se cebe en países subdesarrollados? De momento, por fortuna, existen medios y recursos para hacerle frente, aunque no deja de llamar la atención el contagio de más de cien sanitarios en nuestro país.
Por supuesto no habría que entrar en paranoias ni alarmismos y según nos cuentan la situación está controlada, cuestión que de alguna manera viene a confirmar el mutismo político de todos los demás grupos pero, esto no deja de hacerme reflexionar sobre las diferentes actuaciones según los casos que se vienen produciendo, no entendiendo algunas. En mi localidad pienso que sería más a tener en cuenta o al menos igual un caso en un colegio que en un hotel. Y en cuanto a los focos, deporte, religión y cultura son los que generan más acumulaciones de personas. Dadas las fechas por las que andamos y ojeando a los países vecinos, mucho me temo que se deberán activar en breve nuevos protocolos de actuación, más estrictos, y algunos no serán gratos para ciertos sectores de la población.
Esperemos que el coronavirus pueda pasar pronto al semiolvido como el ébola, la gripe aviar, la lengua azul y otras enfermedades que en su día generaron tanta incertidumbre, o más que ésta.