Hace unos días en el marco del Encuentro “Burros Verdes”, que desde hace 15 años viene organizando en Moguer el incombustible librero José Manuel Alfaro, tuvimos la suerte de disfrutar de la lectura de algunos poetas jovencísimos de Huelva. Fueron media docena de chicas y chicos que de la mano del también poeta Daniel Salguero, provocaron entre el público el mismo efecto que cuando por la mañana abres una ventana para que se airee la casa.
¡Qué bonito escuchar aquellos versos, intuir sus nervios en el pasar de los papeles, sus miradas de complicidad desde el atril a las familias y amigos que les acompañaban! Espero que no desistan en el camino, que sigan explorando dentro y fuera de sí mismos, que no se dejen deslumbrar por los oropeles y hagan de la escritura una razón de estar en el mundo. Espero volver a encontrármelos en un futuro próximo y recordarles que yo les vi por primera vez allí, en “La Taberna del Libro” una tarde de otoño de 2022.
Desde que vieron la luz mis primeras publicaciones allá por 2009 no han sido pocas las personas que me han pedido consejo acerca de cómo publicar, de qué leer o qué camino seguir para convertirse en poetas. Y aquí debo confesar que llevo mucho tiempo dando un consejo equivocado, porque siempre he animado a leer, a leer mucho, a escribir mucho y a desechar mucho más. Sin embargo, con la lectura de aquellos jóvenes en Moguer y la lectura hace unos días de los poemas de mis primeros libros, me he dado cuenta que el primer mandamiento del catecismo de poeta debería ser dedicarse a la observación.
Alguien que quiere escribir poesía tendría que emplear su tiempo sobre todo a ver, observar, mirar lo que sucede, entrenar la mirada en los detalles, quedarse con aquello en lo que nadie se fijaría. Un poeta, una poeta, deberían disponer cada día de un tiempo para caminar. Reconozco que casi todos mis proyectos relacionados con la escritura se me han ocurrido mientras estaba volviendo del trabajo, en una caminata que me ocupa cada día unos 20 minutos.
Nunca le he preguntado a Gema Estudillo cuándo se le ocurren sus poemas siendo una mujer multiocupada como ella es: profesora, traductora, editora y poeta. Pero no me cabe duda que tras el título de su último poemario “estos ojos que ven” se encuentra la mirada única y certera de quien observa más que habla. Comienza este libro citando unos versos del poeta de Isla Canela, Eladio Orta: ojos que no contemplan / alimentan la destrucción. Y bajo este paraguas y encomendándose al silencio y a la soledad como únicas vías de conocimiento, Gema va desplegando en sus poemas toda la fuerza de la vida: la enfermedad, la muerte, la soledad, el paso del tiempo, el amor y el desamor.
Supongo que hubo un antes y un después de ti
aunque yo no consiga vislumbrar la grieta.
Especialmente llamativos son sus micropoemas, con los que descarga toda su traca poética en pocas palabras (a veces le basta un solo verso) porque tal como ella destaca en otro poema nada es poesía si no se rompe. Especialmente emocionantes son los poemas en los que habla de sus hijos, porque nos reconocemos en ellos y reconocemos la mirada quien que los ve crecer. Pero, sobre todo es en los pequeños detalles, donde este libro alcanza una altura lírica al alcance tan solo de unos pocos: los días de hospital, las luciérnagas que iluminaban las noches de teatro en verano, el naranjo escuálido en el jardín de la casa o ese paseo de la mano de Mascha Kalèko por las calles de aquel Berlín.
Hay que caminar más, poetas, hay que echarse al camino porque como bien dice Gema:
a veces surge.
uno se queda inmóvil tocado por la gracia
y la belleza de las cosas.
Y esos son momentos únicos y suceden para que los poetas tengamos materia prima sobre qué escribir y se nos ha encomendado la misión de salvarlos de la destrucción. ¿Quién hablará del sol filtrándose entre los pinares cuando ya no haya pinares? Hay que estar alerta, descorrer las cortinas, echar un ojo a ver qué pasa al otro lado de la ventana y, si es posible, hacer de esos instantes un poema a la manera de Gema Estudillo.
“estos ojos que ven” de Gema Estudillo está publicado por Garvm Ediciones en su Colección de Poesía.