De nuevo el fuego se ha vuelto a cebar con los más desfavorecidos en un asentamiento de inmigrantes. Centenares de personas han perdido lo poco que tenían para poder subsistir, en el incendio que se declaró a mediodía del sábado en el poblado de chabolas donde “vivían”, en las inmediaciones del polígono industrial San Jorge de Palos de la Frontera.
Afortunadamente no hubo que lamentar ninguna víctima humana, aunque el siniestro se saldó con una persona herida con quemaduras en brazos y torso y un bombero por inhalación de humo, además de numerosas pérdidas y daños materiales.
En la mañana del domingo el panorama del poblado era desolador. Mientras unos inmigrantes observaban atónicos e impotentes lo que hasta hacía poco habían sido sus moradas, otros trataban de salvar algunas pertenencias de las chabolas calcinadas y todavía humeantes o recogían chatarra para poder recuperar algún dinero. Para algunos todo su patrimonio se ha quedado reducido a una maleta y una bombona de butano.
Se desconoce la causa del incendio y tal vez nunca se sepa. Hay muchas conjeturas y rumores: una hoguera, una vela, una cocina, y que incluso pudo ser provocado. Cualquier cosa. Lo cierto es que los materiales empleados en la construcción de estas infraviviendas: madera, cartón y plástico, son el caldo de cultivo excelente para un incendio.
De una vez por todas hay que terminar con este drama humano. Estos inmigrantes que viven en condiciones infrahumanas, carentes de los servicios más básicos para la vida diaria, como es el agua para poder asearse, son personas que vienen a nuestro país a ganarse la vida horadamente y generan riqueza con su trabajo, por tanto, forman parte de nuestra sociedad y nadie debe mirar hacia otro lado porque será culpable de su drama.