La actividad no contempla descanso en la Asociación Onubense de Cáncer de Mama ‘Santa Águeda’, una entidad sin ánimo de lucro creada en 1993. El trabajo había quedado ralentizado durante la pandemia -centrado sobre todo en el acompañamiento telefónico-, pero de nuevo levanta el vuelo en favor de pacientes y familiares que viven el drama como consecuencia del tumor mamario. Incluso desde 2014 funciona como centro sanitario, reconocido por la Consejería de Salud, con dos pilares esenciales : Fisioterapia y Psicología.
Una visita permite conocer la labor altruista de la entidad que persigue recuperar la autoestima y la vida diaria de las pacientes. “Queremos acompañarlas en todo el proceso, que no se encuentren solas”, destaca María José Amarillo Lozano, que preside “Santa Águeda desde hace 4 años. Una mujer luchadora, tenaz, que contagia complicidad con su sonrisa permanente.” La enfermedad me ha hecho mirar la vida con optimismo”, reconoce.
“Soy una superviviente…”, enfatiza Amarillo Lozano, que sufrió cáncer de mama hace 27 años. Una etapa que califica como “dura”, que le enseñó, dice, a ser “más fuerte y reflexiva” ante los retos de la vida. Ahora, una vez pasado el tiempo, atiende a las jóvenes que acuden a la asociación y despeja sus dudas con una pregunta que disipa de manera rápida todas las incertidumbres: “Si yo he salido de un cáncer de mama, por qué tú no…?”
El linfedema, enemigo a combatir
La fatal noticia del tumor maligno deja a las enfermas con la autoestima herida por el impacto emocional y los daños que provocan en el cuerpo la radio y la quimioterapia. “ El objetivo es que las secuelas psíquicas y físicas sean las menos posibles “, cuenta Mayte Minchón, psicóloga de la Asociación ‘Santa Águeda’. “ Todo va a depender de cómo se desarrolle la cirugía”, matiza Carolina Palomar, fisioterapeuta del mismo centro.
La peor secuela del cáncer de mama es el linfedema, un trastorno progresivo que hay que controlar con tratamiento precoz antes de que sea demasiado tarde. Se trata de una acumulación de glóbulos blancos en los tejidos blandos del cuerpo a causa de un fallo o bloqueo del sistema linfático. “Se puede producir en el 25 /30 por ciento de los casos en los que se extirpan los ganglios”, concreta la fisioterapeuta Carolina Palomar.
¿Es difícil detectar el linfedema?, pregunta el periodista. “Los síntomas suelen ser, entre otros, hinchazón o endurecimiento de la zona, sensación de pesadez y endurecimiento de la piel ”, responde.
No hay cura para el linfedema, el objetivo, pues, es mantenerlo “ a raya”: reducir la hinchazón o evitar que empeore y aliviar sus síntomas. La fisioterapeuta Palomar me explica el tratamiento a seguir: “Hay que combinar técnicas de drenaje linfático manual, vendaje comprensivo o neuromuscular y ejercicios respiratorios y aeróbicos intermitentes”.
“El linfedema afecta a nivel psicológico, laboral y en la vida diaria de las pacientes, es la secuela invisible del cáncer de mama”, explica en un vídeo, difundido en internet por el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Madrid, la especialista Ángela Rio. “La fisioterapia- prosigue- puede hacer mucho por la paciente que sufre linfedema: recuperar la fuerza, avanzar en la movilidad, a trabajar cicatrices “, explicó la fisioterapeuta Rio en unas jornadas del Hospital San Carlos de Madrid.
La fisioterapia, una mano amiga en el camino de la enfermedad
La cirugía y los tratamientos agresivos producen alteraciones en el estado de salud de las pacientes. El ejercicio físico persigue frenar esas alteraciones para mejorar la calidad de vida de las enfermas. “La radiación salva vidas, pero también provoca efectos secundarios que pueden permanecer años después del tratamiento”, explica la psicóloga Mayte Minchón. “Eliminar el dolor de esos efectos es una prioridad”, añade la fisioterapeuta Carolina Palomar.
La doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Soraya Casla Barrio, es la autora del libro ‘Ante el cáncer, muévete’ ( Vergara Editorial), una oportunidad para conocer cómo el ejercicio físico mejora la salud durante y después del cáncer.
En ‘Comillas te cuida’, el podcast de la Escuela de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios, Soraya Casla asegura al profesor Jesús Muñoz que “las personas que están en tratamiento tienen mucha menos fatiga, mucha más capacidad física y menos problemas cardiovasculares si hacen deporte”. “ Creo que las pacientes que tienen una actitud activa, avanzan de otra manera por la enfermedad”, insiste esta pionera en España en el desarrollo del ejercicio oncológico.
En 2023 se han diagnosticado en España más de 35.000 casos de cáncer de mama, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). El tipo de tumor más frecuente entre las mujeres de nuestro país, con una tasa de incidencia de 132 casos por 100.000 habitantes. A pesar de su alta prevalencia, la supervivencia neta llega al 86 por ciento, según SEOM.
“Es importante recomendar las revisiones médicas, el tumor, por fortuna no siempre es sinónimo de muerte”, celebra con una sonrisa la presidenta de la Asociación ‘Santa Águeda’, María José Amarillo Lozano. La psicóloga Mayte Minchón interviene para asegurar con rotundidad que “la salud física acompaña de manera positiva a la emocional”. Por su parte, la fisioterapeuta Carolina Palomar recuerda al periodista que no olvide la que considera principal petición del colectivo: “Que la fisioterapia oncológica sea incorporada a la sanidad pública”.
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