Ángel Rivas tiene dos pasiones, una es la gastronomía local y los productos de la tierra «de excelente calidad» que le han llevado a ser embajador de marcas tan potentes como Usisa, Masiá Ciscar o Martes Santo. La otra es ayudar a los demás, una actividad que le llevó a salir en los telediarios durante la pandemia, ya que por su cuenta y riesgo se dedicó a repartir mascarillas a aquellos colectivos que más lo necesitan.
Lo que empezó siendo una pequeña aventura para ayudar al sector de la hostelería en sus horas más bajas, se le fue de las manos y terminó repartiendo más de 12.500 mascarillas a más de 70 colectivos cruzando fronteras, ya que algunas llegaron a África.
Él se autodenomina divulgador gastronómico, una de sus múltiples tareas es la de transmitir valores a través de la cocina y poner en valor el patrimonio gastronómico de esta provincia. Ha colaborado con muchos medios de comunicación hablando de cocina y sobre todo ha llegado a acuerdos con algunas marcas para promocionar esos productos y elaborar recetas con ellos, de forma que los demás puedan ver una manera práctica como utilizar estas delicias que una provincia tan rica como Huelva posee.
Pero con todo, el trabajo de Ángel Rivas es de cocinero, «con el que pago las facturas» y lo lleva a cabo en un famoso hotel de Aracena de donde recomienda, como no, los productos locales con las carnes ibéricas y las setas como estrella. Lo hace, desde la humildad, ya que no le gusta la etiqueta de chef. «yo no estoy en un despacho gestionando, yo cocino» y aunque tiene estudios superiores en este arte culinario, su vida está en los fogones.
Ángel Rivas y su faceta solidaria
Pero aunque Ángel Rivas empieza a ser cada vez más conocido en los ambientes culinarios (es miembro de Eurotoques y ya ha destacado en varias demostraciones de cocina en vivo) es por su faceta solidaria por donde más ha sonado su nombre. «En la escuela de hostelería tenía un profesor que me decía que para ser buen cocinero hay que ser buena persona, yo me dejo guiar por eso. Creo que quien hace el bien le termina repercutiendo de forma positiva y quien hace el mal le va mal», sentencia.
De ese corazón tan grande, surgió la idea de las mascarillas que ya hemos comentado con anterioridad, pero también otra muchas como la de llevar a los niños del Hospital de Riotinto, chocolate sin gluten ni lactosa para que pudieran disfrutarlo sin temor de sus patologías. Como era una época previa a los reyes magos, también dejaron caer algún que otro peluche entre las camas de los niños hospitalizados.
Ángel Rivas quiso destacar que con esta colaboración se consigue un triple beneficio, «el primero y más importante es la donación e ilusión de los más pequeños, el segundo que es la adquisición de productos de marcas nacionales para fomentar el empleo en España y el tercero ayudar también a FEDER (Federación Española de Enfermedades Raras)», que estaba detrás de esta causa.
La última de sus colaboraciones ha sido elaborar una receta específica para el Día Mundial del Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) usando productos de la tierra y con el color naranja (asociado a esta patología) como protagonista, con mojama de USISA (el Omega 3 que aporta tiene un papel esencial en el TDAH) y con naranjas de la firma onubense Masiá Ciscar.
El propio Ángel Rivas, confiesa, es hiperactivo, aunque afortunadamente no ha tenido la patología del TDAH, pero se le nota a la legua que es de las personas que no pueden estar quieras. Por ello también se animó a ayudar con esta causa.