Sobre el cementerio de Castro Marim, el cielo estaba cubierto de un azul plomizo capaz de ajustarse a cada uno de los versos que Poetas del Guadiana estaban dispuestos a enterrar junto a los seres que allí ofrecían su descanso eterno. Para esta ocasión se aprovechó la luz inmortal que serpenteaba por entre los cipreses, para relatar con la voz entrecortada los sentimientos más profundos, haciéndolos desfilar entre palabras ordenadas en líneas rectas de esta tarde de otoño, que sabe distinto y sabe a nostalgia.
Antonio Cabrita dirigió unas palabras como anfitrión del encuentro y lo dejó muy claro /A vida continua e nós cá vamos…/. Ruanacher recordó las razones que nos llevan año tras año a este encuentro tan especial. Y en el silencio más sepulcral que nos podemos imaginar, solamente se permitía una combinación de juego de voces. Ana Deacracía lo hacía con cierta complicidad entre la vida y la muerte, mientras María Luisa Domínguez Borrallo, se dejaba llevar por el hecho definitivo de morir.
El poeta de Canela, Eladio Orta, recordó los tiempos y las anécdotas, Raúl Vela caminó con suavidad por escritos diferenciados entre lo divino y lo humano. Augusto Thasio leyó versos y rimas de otros autores, como hicieron el chileno Jorge Osorio ( Carmen Azaustre); Rut Vela ( Ana Lechuga) y Ruanacher de Pedro Ojeda.
Y así llegamos al final de la tarde, donde la llamada de la vieja campana nos invitó a todos a abandonar el lugar. Había llegado la hora de decir adiós a tanto verso y tantas sensaciones vividas en tan solo una hora. Se cerraba la puerta como cada día, pero hoy, se despedía a los siempre inquietos y siempre creadores poetas, hoy de nuevo “Los Poetas del Guadiana”, los poetas de nuestra Huelva más cercana y del Algarve mas occidental. Esperaremos pacientemente a que de nuevo el otoño nos avise de la llegada de esta fecha tan creadora de emociones y recuerdos.
Suave ruido cerrando la puerta del camposanto. Silenciosos pasos junto a las salinas de Castro Marin para dirigirse a otras tierras. Adiós a quienes se quedan allí en su descanso eterno. Se cerraron las páginas de este encuentro ya repetido en el camposanto. Se alejaron los rapsodas.