El entrañable espacio del patio interior del Faro de Mazagón fue escenario en la noche de este martes de un emotivo recital poético en el que el autor cubano Jorge Enrique González Pacheco nos abrió las puertas de su corazón para mostrarnos un universo creativo en el que el hombre entra en conflicto constante con su destino.
González Pachecho, uno de los autores más representativos de la denominada generación de los 90 en Cuba, fue presentado por el también poeta moguereño Diego Ropero, al que le une una gran amistad tras haber trabajado juntos hace años en la edición de una antología de la poeta cubana Serafina Núñez, cuyo mentor y primer editor fue precisamente el Nobel Juan Ramón Jiménez.
Tras estudiar Filosofía y Letras Hispánicas tanto en su Cuba natal como en España, en 1991 sale a la luz su primer poemario y a partir de entonces inicia una dilatada trayectoria que le lleva a publicar tanto poesía como prosa en numerosas revistas, antologías y periódicos de Cuba, Estados Unidos, México, Francia, España, Argentina o Brasil. logrando entre otros reconocimientos, el “Premio Nacional de Poesía Delia Carrera”, en La Habana (1996), o el HIPGiver Award, Hispanics in Philanthropy, en San Francisco, California (2015).
Tanto en su Cuba natal como en numerosas ciudades de Estados Unidos y México, González Pacheco ha ofrecido infinidad de recitales y conferencias, destacando entre sus poemas más conocidos y valorados por la crítica los titulados “Habana” y “La dócil alba que en tu altura guía”, traducidos además de otros muchos de sus textos al inglés, al francés o al portugués.
Su poesía está impregnada de una lucha permanente entre la realidad y el deseo, entre el dolor de una situación personal lastrada por la realidad social y económica de su país, y sus ansias de crecer y crear su propio universo y dar sentido a su vida a través de la palabra. La pérdida de su madre cuando contaba apenas 11 años de edad le priva de su principal sostén y le enfrenta a la dureza de una vida cuya flor tiene entonces más espinas que pétalos. Dolido por la situación de su tierra natal y con la necesidad de crecer como persona y poeta fuera de ella, tras colaborar con distintas universidades tanto americanas como europeas, en 2003 se radicó en Estados Unidos y desde 2006 vive en la ciudad de Seattle, donde fundó y promueve el Seattle Latino Film Festival, una institución sin fines de lucro que quiere dar voz a la cinematografía de América Latina, España y Portugal en el noroeste de Estados Unidos.
La obra de Jorge Enrique González Pacheco que pudimos ayer disfrutar en el Faro de Mazagón tiene por tanto la fuerza y la vitalidad de la isla caribeña en la que nació y creció, pero también está marcada por el desencanto y el dolor de sus experiencias personales, aunque siempre subyace bajo sus poemas, un sustrato de luz y esperanza que los alumbra y los eleva hacia lo trascendente.
El público que asistió anoche al recital tuvo la oportunidad de deleitarse, primero con la magnífica presentación que realizó Diego Ropero, y luego, con la emoción de la palabra de este autor cubano que fue desgranando poemas escogidos de sus tres libros editados. El primero Notación del Inocente, editado precisamente por el propio Ropero cuando González Pacheco iniciaba su singladura por el mar de la poesía, y los posteriores Bajo la Luz de mi Sangre, y Habitante Invisible que vieron la luz más recientemente, cuando ya este poeta de la isla de la comenzaba a ver reconocida la calidad y profundidad de una obra, que también contó ayer con el reconocimiento y el aplauso unánime y caluroso de todos los que tuvimos la fortuna de asistir a la velada poética.