La reforma laboral considerada tan necesaria por el gobierno para crear empleo, consigue lo contrario. Tras dos años de su entrada en vigor, tenemos más desempleados que entonces y cuando a veces se dice que se está creando empleo, éste es precario, de corta duración y con salarios risorios. La política de la regeneración y de igualdad de oportunidades en la que yo, ingenuo, creí, fue inmediatamente sustituida por políticas claramente clasistas en beneficio de los poderosos y destinadas a la división de la sociedad en dos clases fundamentales. Lo peor es que los que gobiernan, bien ignorantes de la historia bien que les da igual lo que pueda sucederle a la España que tanto dicen querer, provocarán el enfrentamiento social puesto que antes o después, los desprotegidos y explotados se levantarán contra un sistema que les está dejando en las cunetas de las cañadas reales.
Cuando algunos hablan de que Fátima Báñez podría ser la candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía por el PP, imagino que sabrán de antemano que el PP no puede ganar las elecciones en Andalucía y la traen como sacrificio propiciatorio, porque es la candidata más fácilmente derribable de todas los posibles. A ella le cabe el dudoso honor de haber llevado a cabo el desfalco de los trabajadores por medio de una reforma laboral que es, para un Estado como el español, sencillamente una inmisericorde.
La UE no es ajena a la presente situación con sus presiones continuas para que se hicieran los deberes. Los deberes consisten simplemente en aplicar fórmulas económicas ultraliberales que exclusivamente satisface a los mercados, al FMI, a los jerarcas de la Unión y a sus lacayos de la Moncloa. La crisis social, económica y política que se origina en EEUU y que nos arrastra con una responsabilidad notable de las ex Cajas de Ahorro gobernadas por los partidos y los sindicatos, está siendo pagado en exclusiva por los trabajadores y en éso, cabe una gravísima responsabilidad al gobierno Rajoy, al equipo económico y a la ministra de Empleo.
El escenario español, a causa de la obediencia ciega del ejecutivo a los dictados de una UE que nos ahoga, es triste y desesperanzado y comprendo que a tantos ciudadanos les pida el cuerpo no votar en las elecciones europeas de mayo o hacerlo en blanco o nulo. Aunque de todas maneras la superestructura europea seguiría funcionando, desalojaríamos de contenido y legitimidad a los representantes del Estado español ya que, a fin de cuentas, son euroburócratas más que eurodiputados, pagados como si la vida dependiera de ellos y beneficiados con dietas vergonzosas por su carestía. Y claro, todo eso del bolsillo del contribuyente al que después se le exige que acepte bajadas de salarios y se resignen con la ausencia de trabajo, la subida de impuestos y el empequeñecimiento de los servicios básicos.