El miedo no es nuevo, pero sí mucho más notable ahora debido a los medios de comunicación y a la fortaleza inaudita de las nuevas tecnologías. En gran medida ya fue profetizado por Orwell en su novela «1984» y, sin haber llegado a esos extremos, bien podríamos decir que vivimos en una sociedad en la que el gran hermano vigila y condiciona las emociones de los ciudadanos y el lenguaje ha sido pervertido hasta un punto que podríamos hablar de una neolengua.
La sociedad vive en el miedo, lo sepa o no. En el Estado español hemos pasado del miedo a que gobernase Podemos al miedo a que lo volviese a hacer el PP, pasando por el miedo a que no se pudiese formar gobierno alguno. Sumado a ello, existe el miedo a que el territorio se desmembre en varias partes y que asistamos a una mayor precariedad económica. Estos miedos conducen a la sociedad a seguir apoyando un sistema en el que se ha producido un empobrecimiento generalizado y en el que el empleo no solo es precario, sino que en algunos casos se ha tornado a unas condiciones de semi esclavitud. La nueva clase social de trabajadores pobres, ya existente en notros períodos históricos, vive inmersa en el miedo por perder esa condición ya que cualquier posibilidad de promoción es nula y pasar al desempleo puede ser la peor de las condiciones dado la cada vez menor capacidad del Estado para responder con subvenciones adecuadas.
Las condiciones en la seguridad social, masificada y con un más que notable recorte en sus capacidades, es otro factor de miedo. Todas estas condiciones, en vez de volver a la población en más reivindicativa, la lleva a la aceptación y defensa de un sistema fuera del cual, no perciben más que el caos. El miedo, por su parte, produce ira y esta agresividad que se manifiesta interiormente más que de forma externa y provoca un altísimo índice de infelicidad interna y de pérdida de la paz interior.
Los informativos, además, se encargan de dar cumplida cuenta de los actos terroristas disfrazados de guerra de religiones o culturas. El miedo al que es diferente aumenta y la sensación de vivir sobre un polvorín que puede explotar en cualquier momento, se extiende mientras fomenta la desconfianza y el odio hacia los otros. Las superpotencias mantienen diversos frentes de guerra abiertos y como en 1984, siempre alguna parte está en guerra con otra, mientras que los dos grandes se enfrentan, de un modo u otro, fuera de sus territorios, lo que mantiene la creencia generalizada de que en algún momento podrían darse las condiciones de un conflicto global.
Dentro de esa orden de cosas, los seres humanos, perdida en gran medida su capacidad crítica y de reacción, se conforman con lo que tienen en el temor de que cualquier circunstancia nueva pudiera llevarles a circunstancias peores. En medio de ese miedo social, que en modo alguno es casual, sino que viene proyectado e inculcado de alguna parte (causa), las grandes corporaciones económicas siguen haciendo su agosto y los poderes políticos (las personas que lo ejercen y que sirven a su móvil, viven en condiciones muy privilegiadas con respecto al conjunto. ¿Hay fórmulas para salir de ese estatus quo? Naturalmente, pero como ya saben y siempre he mantenido, pasa por la transformación individual y la desafección a los sistemas establecidos dejando de colaborar con ellos, el principio de lo cual es el alejamiento de las urnas.
2 comentarios en «EL LABERINTO.
El miedo.
[Javier Berrio]»
Querido Aurelio:
cuando se juega un partido de fútbol (curioso que lo diga yo, que no soy aficionado),habrá sido eso, un único partido de fútbol. Sin embargo, para los espectadores y dependiendo de donde depositen sus simpatías,parecerá que han visto partidos diferentes y la verdad objetiva no tendrá el menor valor.
Es cierto, por lo tanto, que lo que planteas con respecto a la supuesta emancipación de Cataluña dependiendo de quien la vea. No hay pensamientos neutros, todos vienen opinados, al igual que no existe en nuestro mundo de la forma, la percepción inocente.
El sentido de mi artículo es la necesidad del «renacer» individual, del acercamiento a posturas diferentes y más objetivas y, sobre todo, del abandono del miedo con el que nos han hecho y hacen vivir. Esa es la auténtica «revolución», de la cual ya habló el maestro Jesús de Nazaret a su seguidor Nicodemo: «nacer de nuevo». Gracias por tu opinión y un abrazo
Estimado Javier: Este nuevo artículo hace pensar. Nos obliga a recapacitar sobre su texto. Lo dijera o no Orwell, la presente realidad española en lo referente a los problemas territoriales planteados y sin resolver, tarde o temprano tendrán una solución. Lo difícil es saber cuál. Si le preguntas a un votante de CDC (antigua Convergencia i Unió), asegurará que su sueño de una Cataluña como Estado propio, se logrará pacíficamente. Si es de ERC, responderá que la Independencia catalana, será sí o si. Pero esta bestia dormida que es España lo más probable es que pudiera desmontar los sueños independentistas con una sonora coz al estilo pretoriano. Según Orwell, todo mal a peor puede siempre pasar.