¿Debe la actitud de servicio durar toda la vida o ha de plantearse el hombre un punto y final? No me refiero a los político que se eternizan en el ejercicio del poder, como por ejemplo el alcalde de Huelva, o Petronila Guerrero, Matías Conde, Javier Barrero o tantos otros que han hecho de la política su modus vivendi cuando no de enriquecimiento. Hablo de los ciudadanos de a pie que, cada cual desde su lugar, se han implicado o implicaron hace mucho en la vida de su ciudad tratando de avanzar en fórmulas que hicieran más justa y humana la existencia a sus congéneres o vecinos. Soy
de la idea de que cada cual tiene por delante todo el tiempo de su vida se tenga la edad que se tenga y por más larga o breve que se pueda pensar esta. Mientras el deseo por crecer y vivir siga presente, la existencia es válida y necesaria.
Pero la cuestión es otra. He entregado años enteros de mi vida, desde la militancia, desde la opinión, desde la plástica y las letras, a veces desde la información o desde otros lugares y siempre en el compromiso con mi ciudad y Andalucía, también con el Estado. Al final me ha quedado la impresión tristísima de que solo he ayudado a que otros hayan seguido disfrutando de un poder que les ha supuesto pingües beneficios. Mi pretensión siempre fue intentar imprimir el cambio necesario y mentiría si no dijese que a veces me he equivocado y en cuántas ocasiones he sido engañado. Esos que ya vivían muy bien y que desde el disfrute del poder público han vegetado cada vez mejor inyectaron en la ciudad el veneno del conformismo o de la desidia y han conseguido disuadir a los ciudadanos de participar en los comicios municipales. Evidentemente y a pesar de la buena voluntad, mi estrategia ha sido la equivocada en más de una ocasión y bueno es reconocerlo. Más hasta aquí he seguido mi vocación y compromiso de servicio público pero me planteo hasta dónde debo llegar.
Quizás mis pretensiones personales siempre quedaron cortas y pudiera ser que exclusivamente desde una mayor cercanía a donde las cosas se deciden pueda ayudar definitivamente. No creo, es evidente, en ninguna de las tres formaciones políticas que hoy se reparten el poder, tampoco en UPyD y, evidentemente, tan siquiera creo en al actual sistema político. Dejo claro que, no obstante, tendrá que ser desde los engranajes de ese mismo poder que se tendrá que avanzar a la recreación del Estado con bases auténticamente democráticas y sin compromisos con el régimen anterior. Los ayuntamientos son el mejor lugar de inicio de ese proceso, pero no el único. No me cabe ninguna duda respecto de que únicamente los ciudadanos organizados en nuevos partidos políticos y plataformas sociales podrán romper el actual equilibrio de poderes que nos mantienen no sólo bajo una estructura corrompida, sino de dudosa realidad democrática. Los partidos municipalistas deben vertebrar un doble objetivo: primero, servicio esmerado y honrado hacia los ciudadanos de las poblaciones a las que aspiran a representar y, segundo, coadyuvar en la organización de formaciones mayores que aspiren a elevar ese servicio al conjunto de las provincias, Andalucía y el Estado mismo para promover su refundación.
Puesto que, inexorable, el tiempo avanza y en una madurez más que responsable, seguiré adelante en mi batalla personal contra los elementos con todos aquellos que anhelen lo mismo que yo y, ya digo, en el lugar que la vida me coloque. Huelva debe dar el salto en los próximos comicios locales y sorprender dando cabida en el ayuntamiento a personas independientes con auténtica actitud de lucha por la calidad de vida de los ciudadanos. La verdad y la honradez deben abrirse camino en el consistorio de la capital. Esa será mi última apuesta personal. Si la travesía a esa Itaca merece la pena ser llevada a cabo, ahí estaré cuando el momento llegue y mientras tanto seré útil desde donde tenga que serlo. Pero mi compromiso primero es conmigo mismo y con mis convecinos y como imagen de los mismos estaré llegado el momento. Si las reglas básicas de ese juego de compromiso se rompiera por algún lado, mi vida sería otra y ahí había llegado mi punto y final al deber que me impuse hace ya tantos años. Porque sí, hay un momento que el hombre debe recoger amarras para sí mismo si el rumbo es desviado, priman los personalismos o pierde el sentido para el que se comenzó.
1 comentario en «EL LABERINTO.
Final de servicio.
[Javier Berrio]»
Creo que en tu nuevo artículo, pretendes hacer valer la premisa de que en primer lugar, todo político honesto e inteligente, debe velar por el bienestar de sus más próximos, en este caso, si hablamos de Alcaldes, y dentro de este orden, por ejemplo, de el de Huelva, D. Pedro Rodríoguez, su primera preocupación debería ser sus propios vecinos. Hasta ahí, nada que objetar.
Pero he creido ver tus propias dudas sobre algún partido político, además de la terna nacional, PP, PSOE e IU, pues alcanzan tus dudas (y las mías) a desconfiar de cierta limpieza de UPyD.
Has dado en el clavo, en mi humilde opinión. La cosa a mi entender, es bien sencilla. Ya lo intentó el ex Ministro Pimentel, con esa especie de «Foro Andaluz», retirado su fundador, desaparecido el movimiento político-social. Con Ciutadans o Ciudadanos, si se retira su bilingüe fundador, creo que pasaría algo parecido. En UPyD, si Rosa Díez se retirara a meditar a un covento, su futuro, el de UPyD sería de corto recorrido. Ahora con la desaparición del fundador de la Mesa de la Ría, se puede vaticinar lo peor para lo que queda en pié de esa mesa, a la que ahora le falta su «mejor pata». ¿No te hace pensar, que por desgracia, los movimientos basados en personalismos por encima de un ideario profundo y sincero, o no nacen o fenecen al poco de iniciar su vida política?.