(Texto y fotos: José Luis Rúa) En Ayamonte podemos en cualquier época del año, disfrutar de una o varias exposiciones de pintura a la vez, en cualquiera de las salas adecuadas para ello, que no son pocas, pero llegando el periodo estival, se desata la fiebre del lienzo coloreado en cualquiera de sus técnicas y con cualquier motivo digno de inmortalizar. En estos momentos podemos disfrutar con la obra de Pepe Lazo en una cafetería céntrica ayamontina, de Correa o de Beli Toscano e Isabel Andrade en la Casa Grande, de las componentes del taller de pintura “ El rellano” en la galería efímera, situada en la calle Hermana Amparo.
Pero en esta ocasión hemos dado una vuelta y hemos querido ir, por aquello de la moda de la Eurociudad, a Praia Verde en Castro Marín, para visitar un restaurante que por su ubicación, es una gozada estar en el. Las vistas sobre la propia Praia Verde y sobre la Bahía de Montegordo a levante y las tierras de la Ría Formosa, a los pies de la sorprendente Cacela Velha, a poniente, se hacen interminables. Pero junto a todo ello, el reclamo que ha requerido nuestra presencia, ha sido la exposición de pintura de dos artistas ayamontinos distintos y distantes en conceptos y en creación, pero tan próximos en ilusión, trabajo y creatividad. Carmen Sánchez Ruda, restauradora y pintora de profesión y Manolo Martínez, farmacéutico, experto en arte sacro y pintor de la escuela del siempre recordado y querido Ramón Delgado.
La exposición está ubicada sobre los estrechos y largos ventanales del restaurante “ Panorámico”, lo que invita a quienes lo visitan a compartir imagen real con creación pictórica. Vistas impresionantes y telas compitiendo en igualdad de condiciones. “ Agua y Luz” es su titulo y la exposición está prevista que cuelgue hasta finales de agosto. 23 cuadros, 11 de Manuel y 12 de Carmen. De distintos tamaños y distintas temáticas, de paisajes en tonalidades pastel a naturalezas muertas sometidas a un contraluz que llama la atención. De visión lejana de las playas a proximidad cenital de la naturalezas. De cielo y mar por todas partes, de figuras humanas como elemento de vida a rosas que incitan a formar un ramo que poder ofrecer al inmenso atardecer.
Y si Manolo se inclina en este trabajo que le ha llevado un año, por el ocre y amarillo aun cuando sea el azul su preferido en la paleta; Carmen se deja enamorar por el verde y el crema. Si uno es realista, la otra es muy realista. Si el primero es de pincelada larga y se asocia a la spatula, la segunda es mas de pincelada suelta pero que la termina rematando para darle ese sabor personal de mujer apasionada. Y si en esta ocasión él ha buscado el dibujo y sus luces para ofrecer algo en consonancia con el entorno natural, ella, se ha dejado llevar por los claroscuros y se ha asentado en rosas y bodegones que recuerdan cierta tendencia de determinado autores de la llamada escuela ayamontina. Y si en la temática Manolo ha querido definir el cielo, el agua y la luz, Carmen se ha detenido en las flores, las composiciones, el agua y la playa. Manuel se queda, al igual que yo, en esa playa con niños que recuerdan en la lejanía, al gran Sorolla, mientras que Carmen prefiere algún cuadro repleto de rosa, y yo por incordiar desde mi ignorancia, me quedo con La Laguna en un día de lluvia o la cancela cerrada a cal y canto por rosas haciendo de guardia real.
Es un viaje lleno de calor, tanto de sabor climático como calor de amistad de estos dos autores que se sienten satisfechos con su trabajo y con la respuesta que le está dando el publico que se acerca por tan bello paraje. 23 cuadros que son como 23 poemas amarrados a la pared, cuando el día llega a su fin y el horizonte se convierte en un fuego inmenso que atrae todas las miradas hasta el mismo Cabo de San Vicente. “ Agua y luz”, un estimulo para los sentidos.
