La provincia de Huelva, y más concretamente la zona del Asperillo entre Matalascañas y Mazagón, albergó hace más de 100.000 años los últimos grandes mamíferos del continente europeo, cuando la glaciación del resto de Europa los empujó hacia el suroeste de la península ibérica.
Elefantes de hasta cuatro metros de altura o jabalíes de 300 kilos pisaron estas tierras, según los descubrimientos divulgados en un artículo publicado por la prestigiosa Quaternary Science Reviews, bajo el título «Primeras huellas de vertebrados y paleoentorno en un contexto MIS-5 en el Parque Nacional de Doñana», elaborado por investigadores de las universidades de Lisboa, Sevilla, Huelva, Coímbra, Barcelona, el Museo Nacional de Gibraltar y el Centro Administrativo del Acebuche.
El descubrimiento de una superficie plagada de huellas a los pies del acantilado del Asperillo abre un nuevo escenario de conocimiento sobre la evolución de la fauna en esta zona. Los expertos lo denominan Matalascañas Trampled Surface (superficie pisoteada de Matalascañas) y la gran novedad está en la presencia de huellas del Palaeoloxodon antiquus, conocido también como elefante de colmillo recto, que habitó el planeta Tierra en el Pleistoceno. Un elefante gigante que podía llegar a medir cuatro metros de altura, que no era el mamut sino más parecido al actual elefante africano de la floresta. Tenían poco pelo, orejas pequeñas y colmillos casi rectos de más de dos metros de largo. El registro de rastros demuestra su comportamiento social en pequeños grupos familiares. En Matalascañas se han identificado los rastros paralelos de un adulto de media dimensión y de un ejemplar joven.
Además se han encontrado huellas de aves acuáticas, ciervos o jabalíes (con hasta 300 kilos de peso), en un espacio que fue un paraíso para los animales y también para los neandertales, que gracias a unas condiciones tan excepcionales de clima y fauna pudieron sobrevivir hasta 12.000 años más que en el resto de Europa, donde su extinción data de hace 40.000 años. La huella más reciente de esta especie, de 28.300 años, fue hallada en una antigua cantera de Gibraltar
Las huellas han aparecido por los temporales de sucesivos inviernos contra el acantilado. Un equipo de unas 30 personas han catalogado las huellas, al tiempo que han hecho un amplio reportaje fotográfico y realizado moldes, con el fin de seguir estudiandolas, ya que el propio empuje del mar acabará por destruir este hallazgo.