(Texto y fotos: José Luis Rúa) En esa noche mágica en la que Ayamonte rindió culto a la imaginación y abrió sus calles de par en par para que la gente pudiera ir de un sitio para otros, sin necesidad de pasar fronteras ni buscar paso de peatones. En la noche en blanco, no solo comercios, restauración o atracciones invitaban al viandante a detenerse, a deleitarse con su música, sus degustaciones, su magia o sus magníficas rebajas. No, hubo otras excusas para sentirse de nuevo absorbido por lienzos que hablan por sí solos, por cuadros que están pidiendo a gritos su mayoría de edad. La pintura también estuvo presente en la noche mágica y lo estará hasta mediados de mes en una magnifica sala acondicionada en la calle Hermana Amparo de Ayamonte.
“Matices” es el título que las seis autoras han consensuado para esta colectiva de enorme calado. Perfectamente distribuida la obra en el interior y en los escaparates, provoca la atención del espectador por la diversidad de matices en cada una de ellas y por la variedad de temáticas, y que ya comienza a definir a estas mujeres que están sorprendiendo por la calidad de cada uno de los trabajos.
La sala llena de un público deseoso de reencontrarse con estas mujeres. Recuerdo la colectiva, pero solo de las componentes del “Taller El Rellano” en la Biblioteca de Villa Real hace varios meses. Hoy se les han unido dos componentes del Ateneo de Ayamonte. Y con un calor propio de esta ola supercálida, obligaba de vez en cuando a tomar aire fresco en la misma puerta y de nuevo a emborracharse del buen trabajo en el interior de la sala.
Fátima Concepción muestra sus paisajes, su visión de cualquier parque vestido de verdes y amarillos. Mantiene uniformidad en el conjunto y juega magistralmente con las luces y las sombras. Gema Cayuela sorprende con un retrato enorme que se sale de la propia pared y que atrae rápidamente las miradas. Sus paisajes juegan con los colores y el Molino del Pintado se hace reconocible a cualquier distancia. Rosa Gómez se arrincona y nos hace volar con su colorido hasta el centro de Paris. Juega con los ambientes de Montmartre y nos ofrece paisajes, naturalezas muertas o flores de una viveza propia de la mejor primavera. Su amiga y compañera del Ateneo, Rosa Cabalga se abre sutil y delicada en cada una de sus obras. Sobre fondos fuertes, deja indefinidas las delicadas composiciones florales de unas atmosferas camino del impresionismo más sorprendente. Ela Borrego se refugia en miles de hojas de enorme viveza, algunas se salen de los lienzos como buscando el camino de la libertad. Juega con el verde en unos y con marrones en los otros, donde las figuras se definen por sí mismas. Y finalmente Mari Bella Mateos golpea la retina del espectador con fondos negros donde hablan fuerte los colores que dan forma a flores de enormes dimensiones. Es un juego de color y contraste, lo mismo para las floraciones que para los paisajes tapizados en verde que juegan delicadamente con la arquitectura. Y para sorpresa de esta muestra, nos regala unos retratos de gente joven, que hacen a uno agradecer tanta maestría con los pinceles.
Para quienes seguimos a estas artistas, nos agrada ver la evolución de su trabajo capaz de competir con cualquiera y en cualquier lugar. Los años de aprendizaje van quedando atrás y llegó la hora de ponerle el nombre con letras mayúsculas en la parte inferior derecha del lienzo.
“Matices”, estará abierta al público hasta mediados del mes de julio en la calle Hermana Amparo. El tesón y la ilusión pueden hacer camino al pintar y decirlo muy alto. Felicidades.
