23 julio 2024
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CERCA DE LA LETTERA: Las nietas de las poetas que ignorasteis

Cierra los ojos durante un segundo. Cierra los ojos y sin pensar di los nombres de los cinco libros que más te han gustado en tu vida. Abre los ojos y repasa la lista de nuevo. ¿Cuántos fueron escritos por mujeres? No te preocupes, nos pasa a todas y a todos: a la hora de citar nuestras referencias literarias los nombres que salen son mayoritariamente masculinos. ¿Es que las mujeres no escriben libros de calidad? ¿Es que las mujeres no escriben libros? Visita una librería cualquiera de tu ciudad, mira su escaparate. Cuenta los libros escritos por mujeres. Este fin de semana busca alguno de los suplementos culturales que editan los principales periódicos de este país. ¿Cuántos de los libros reseñados están escritos por mujeres? ¿Cuántas de las reseñas están escritas por mujeres? Hazte con el catálogo de alguna de las grandes editoriales o visita su web y cuenta cuántas autoras aparecen en las novedades de este otoño. En la maravillosa obra de teatro, “Juicio a una zorra” de Miguel del Arco, una cansada Helena de Troya en un momento dado lanza una pregunta al público que rompe la cuarta pared y da una vuelta al universo: “¿Quién escribe la Historia?”

Poco a poco y gracias al estudio y al esfuerzo de unas pocas mujeres curiosas vamos conociendo que la Generación del 27 no habría sido lo mismo sin Concha Méndez (no dejen de leer sus “Memorias habladas” publicadas por la Editorial Renacimiento) o que junto aquellos muchachos de la Generación Beat caminaban mujeres tan apasionantes como ruth weiss, una maestra de la oralidad que, ya octogenaria, recitaba con su pelo teñido de verde a ritmo de jazz.  Unas desafortunadas declaraciones de un editor sobre poesía y mujeres hicieron que Elena Medel, escritora y responsable de la editorial “La Bella Varsovia”, abriese el blog “Cien de Cien” (https://ciendecien.tumblr.com/) con el objetivo de reunir las voces de mujeres poetas del siglo XX injustamente olvidadas, aunque también en un apartado llamado “Claros del bosque” reúne a algunas autoras anteriores, como Concepción de Estevarena.

¿Les suena este nombre? A mí tampoco. Hasta que un día me quedé sin televisor y para distraerme empecé a asistir a presentaciones de libros y me hablaron de Mercedes de Velilla. Supongo que tampoco la conocerán. ¿Conocen a Bécquer? Este año se conmemora el 150 aniversario de su fallecimiento, aunque con el Covid-19 lamentablemente está quedando un poco deslucido. Concepción de Estevarena y Mercedes de Velilla eran amigas, muy amigas. Y coetáneas de Bécquer. En casa de esta última, en la calle Manteros de Sevilla, se celebraba una tertulia literaria donde muchos jóvenes y aspirantes a poetas leían sus versos. Concepción, huérfana de madre, no contaba con la aprobación de su padre y cuentan que escribía los versos en la pared, para aprenderlos de memoria y luego borrarlos antes de que alguien la descubriera. Murió joven, demasiado joven y fueron los Velilla los encargados de publicar sus poemas después de su fallecimiento. Una selección de éstos aparece en el libro “La misma rama”, publicado por “La Bella Varsovia”.

En ese pequeño librito y en esos versos se puede ver el dominio del lenguaje, de las formas poéticas, de la métrica y de los tropos que tenía la joven Estevarena. Con un uso prioritario del endecasílabo la poeta nos lleva por el amor y la amistad, el paso del tiempo y el desengaño a la manera de los románticos, pero sin querer imitar a nadie sino siendo una autora con voz y estilo propios.  Me recuerdan estos versos de “Suspiros” a otros leídos en otros poemas, y sin embargo suenan tan nuevos:

Huyendo de la tierra dolorida,

porque no hiciese a su pureza agravios,

se hallaron en la huida

una nota de un arpa desprendida

y un suspiro escapado de unos labios.

Especialmente original y emotivo resulta el poema “Última”, escrito ya en Jaca adonde Concepción de Estevarena hubo de mudarse para sobrevivir al cobijo de unos parientes y donde finalmente encontró la muerte:

Sé que a mi alrededor todo ha caído

como un mundo de amor que se derrumba;

sé que mi dulce hogar se ha convertido

en una inmensa y venerada tumba.

Leyendo “La misma rama”, una se pregunta por qué conocemos a tanto poeta maldito, con vida más o menos desgraciada y sin embargo mujeres con tanto talento como Concepción de Estevarena, Mercedes de Velilla o la onubense María Luisa Muñoz de Vargas son tan desconocidas para el gran público. Por qué nunca aparecen en los libros de texto, por qué no se recitan sus versos en las escuelas junto a los de Juan Ramón o Federico. Sin una genealogía completa es muy difícil adentrarse en la tarea de escribir el presente. Y, aun así, cuantas y qué buenas poetas – nietas de aquellas a las que ignorasteis – lanzan cada día sus versos en las redes sociales, en los recitales y en los encuentros donde hemos encontrado una grieta por la que asomarnos: Eva, Mar, Luz, Estela, Patricia, Francisca, Carmen, Isabel, Esther, Bárbara, Rocío, Silvia… Digámonos, nombrémonos, porque como decía nuestra poeta de hoy a su admirada Julia de Asensi:

Yo sé que existes tú; sé que tu frente

más lauros ceñirá, si más deseas;

que pueblan el espacio de tu mente

astros de inspiración, mundos de ideas.

 “La misma rama”, de Concepción de Estevarena está editado en su colección “Biblioteca” por “La Bella Varsovia”.

CARMEN RAMOS

Septiembre 2020.

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