¡Menudo susto! Esta mañana un correo electrónico me saltó de la pantalla como si fuera un gato enfadado. Y es que, aunque llevaba ya un buen rato escribiéndolo, sonaba duro y casi acusatorio cuando lo único que pretendía era transmitir una información poco importante. Pero, al releerlo se parecía bastante más a una reclamación a una empresa de telecomunicaciones que a un simple correo de trabajo. Así que lo volví a leer y me di cuenta de cual era el problema: el dedo acusatorio nacía directamente de los pronombres.
Mucho yo, mucho tú, muchos ellos. Por no hablar de alguna falta de lenguaje inclusivo. Señoras y señores que hacéis los procesadores de texto, ¿para cuándo un corrector que elimine todos esos masculinos prescindibles de nuestros textos? Pero, vuelvo a mi correo de esta mañana. En el repaso se eliminaron todos los pronombres: Tú no, yo no, ellos tampoco. Mucho mejor. Tecla “Enviar” y listo.
Aunque llevemos grabados a fuego esos versos de Salinas y nos creamos lo de la alegría tan alta por vivir en los pronombres, instalarse en el yo, mí, me, conmigo es bastante pesado. Para quienes lo practican porque son personas obligadas a ser cada vez mejores, cada vez más rápidas, más sabias, más todo que tú, siempre más que tú. Esa carrera debe cansar mucho, muchísimo. Y para quienes lo soportan porque es un mensaje aburrido, muy aburrido al que una termina por no echarle mucha cuenta y asentir como quien acepta las cookies en el ordenador.
Pero ahí, a veces, aparece la poesía, la buena poesía, para dar la vuelta a todo, para crear un nuevo lenguaje, para que los pronombres dejen de pertenecernos. Ahí, en ese terreno, crece un poemario que se llama “No olvidarás” y que ha escrito la rocianera Julia Gutiérrez.
Julia sabe de lenguaje y de poesía. Es filóloga de formación, lectora habitual de poesía – que comparte de forma abundante en sus redes sociales – y poeta. Tras un paréntesis sin publicar nos regaló “Saltaré sobre el abismo”, su anterior libro. Es este “No olvidarás” un poemario que sorprende por dos características fundamentales: la fragmentación de la narración y el uso de la primera persona en la construcción de casi todos los poemas. Desde el principio ella deja claras sus intenciones:
Me llamo yo misma
para ver si aún estoy
A partir de ahí, el poemario se va desplegando y a la manera de un abanico va soltando poco a poco sus varillas. Por un lado, Julia nos muestra el mundo, el correr de los tiempos. Ella misma se nombra observadora, a veces en poemas largos donde dibuja paisajes y olores (en el poema 55 estamos a su lado, en Los Enebrales, oliendo a pino y salitre) y otras veces en poemas cortos donde suelta toda su poética como la ráfaga de un rayo.
No se puede vivir
por encima de los sueños
ni por debajo de su frecuencia.
En otras ocasiones esa observación se vuelve introspectiva y, como la vida misma, nos va contando cómo se vive la intimidad y el amor. Así transitamos en algunos poemas por la pasión, en otros por la decepción o el desengaño, pero también por la ternura de un gesto mínimo tal como echarte a dormir, después de una larga jornada de turno de noche, y que la persona con la que compartes vida esté aún dormida.
Julia nos presta en sus poemas una ventana a la que asomarnos y ser nosotras también observadoras de esa vida que nos inunda. Y en todo este recorrido, como ella misma reconoce en el poema 19, la autora se ha ido difuminando. Porque Julia en este “No olvidarás” habla en primera persona como una forma de interpelar a nuestras vidas, de hacernos lectores y parte de este libro, para que nunca más no pase como a aquellas que nos precedieron:
Inútil. Volaron en la cometa por un tiempo,
y sopló en su contra
el viento del olvido.
“No olvidarás” de Julia Gutiérrez está publicado por Ediciones Alfar en su colección “Otras poesías”.
