El salón de actos del Centro Sociocultural Jesús Quintero ha acogido la conferencia “Historia de un sentimiento: análisis antropológico de San Juan del Puerto”, de manos del profesor sanjuanero Juan Carlos Romero Villadóniga. Con un salón lleno de vecinos interesados en escucharle, la ponencia fue presentada por la Concejal de Cultura Teresa Camacho. Repasó su recorrido académico y ensalzó la labor de ayuda a los demás con su participación en proyectos con la Fundación Vicente Ferrer en países como Perú o La India, para terminar anunciando los estudios llevados a cabo mediante entrevistas, cuestionarios y fotografias de los últimos 50 años que relacionan directamente el medio natural sanjuanero y la identidad de su población.
Según expuso, “en entornos marismeños, el patrimonio natural y humano se simbiotizan hasta formar una identidad muy propia, con unos rasgos que son delimitados de forma espacio-temporal. Por esta razón, el identificar aquellos referentes patrimoniales los cuales, dotados de un simbolismo generado a lo largo del tiempo, han conformado una percepción del territorio de una forma muy concreta, resulta tarea imprescindible para el conocimiento de las tramas ocultas existentes entre la identidad y su medio”.
Su ponencia versó sobre el conocimiento imaginario de los sanjuaneros a partir, entre otros elementos, de su peculiar apreciación del entorno marismeño “permite la generación de espacios de conexión colectiva frente al excesivo individualismo del ser humano actual. Sirve como revulsivo a una sociedad macdonalizada donde las diferencias culturales cada vez son menos evidentes debido a una mal llamada globalización que destruye formas de entender la vida y los sentimientos de quienes construyen dichas culturas” -explica.
Por esta razón, para el profesor Romero, estudiar la casuística de San Juan del Puerto no resulta en absoluto baladí. Población de profunda raigambre marismeña la cual, debido al devenir histórico, ha cambiado sus estructuras productivas, aunque sigue manteniendo en el tiempo una determinada forma de apreciación de determinados lugares los cuales han sido, y siguen formando parte de su espacio vital más próximo, así como configura una parte de la actual idiosincrasia de la población.
Lugares con especial significatividad como la disposición espacial de la población, la ubicación de los espacios públicos en la ruta de paso hacia su puerto histórico, la creación de áreas de conexión entre el espacio ocupado y el natural, en una clara simbiosis de espacio vivido-espacio sentido, no hacen sino informar de cómo hasta aspectos triviales en apariencia ajenos al entorno húmedo guardan relación.
Se refirió a las manifestaciones religiosas, con rituales asentados en el tiempo y la memoria colectiva de todos los sanjuaneros y al extenso patrimonio oral y gráfico “no hacen sino corroborar la enorme impronta que guarda la marisma y el río en la percepción de la colectividad, impronta la cual no se encuentra exenta de peligros debido a la acción de los no lugares (áreas comerciales), la contaminación de sus aguas, la pugna existente entre el individuo y el colectivo así como, especialmente, por la existencia de barreras arquitectónicas (línea de ferrocarril) que cercenan por la mitad el espacio físico sanjuanero, impidiendo el acceso de jóvenes y ancianos a un espacio común que ha sido utilizado y disfrutado desde hace más de cinco siglos y que ha servido como generador de una forma muy específica de entender el medio y las relaciones sociales allí contenidas”.
Por esta razón, Juan Carlos Romero ve necesaria una recuperación del valor de la colectividad “en pro de la creación de proyectos comunes que ayuden al reforzamiento de la identidad sanjuanera, así como a una mejora del entorno natural mediante su reasimilación en el imaginario común de los sanjuaneros”.