Este pasado miércoles ha tenido lugar el acto de la II Exaltación a María Santísima de la Amargura, obra de Jesús Herves.
Según se explica desde la Hermandad del Nazareno, «el inicio de nuestro camino hacia la Coronación Canónica de María Santísima de la Amargura, fue nuestra respuesta a la invitación del Papa Francisco de ser una Iglesia en Salida en nuestro compromiso de salir de nosotros mismos tal y como lo hizo María, que tras el momento de la Anunciación, se puso en camino y al servicio saliendo al encuentro de su prima Isabel.
Un año después en esta segunda etapa hacia la Coronación Canónica, volvemos a aceptar la llamada del Papa Francisco en este año especial a la Iglesia Universal convocándola al Sínodo cuya apertura tuvo lugar el pasado día 10 de octubre en la Basílica de San Pedro y posteriormente el día 17 de octubre comenzando la fase diocesana.
Esta nueva etapa es también nuestro camino como miembros de la Iglesia, un Pueblo de Dios, peregrino y misionero.
“Caminamos juntos como proyecto compartido”
En el cartel que se presenta, contemplamos a María Santísima de la Amargura, como Madre y Modelo de la Iglesia Sinodal, es también nuestro modelo de fe.
Su imagen nos evoca aquella narración del Evangelio según San Lucas en la Adoración de los pastores:
“Guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”
Reflejo de lo que ha sido toda su vida, todo lo guardaba en un corazón de Madre para volver a pronunciar en silencio el continuo Sí a Dios.
Sobre sus sienes como en un alto vuelo que sale de su corona una paloma blanca, símbolo del Espíritu Santo.
Su movimiento ascendente representa al Espíritu Santo en nuestras vidas, una fortaleza que continuamente renueva nuestra fe siendo para nosotros en este camino una oportunidad de profundizar para ser auténticos discípulos misioneros de Cristo en el mundo actual.
El resplandor de luz que ilumina el cartel nos ilustra el capítulo sobre la Virgen María escrito en el Concilio Vaticano II:
“Y así en la tierra precede con la luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor.”
